Rafael cuenta que él y sus vecinos asumían la labor de rescatistas cuando las escorrentías del arroyo Felicidad llevaban a su paso personas y vehículos. “Ayudábamos a salir a la gente porque esto era tremendo, pero gracias a la Administración de Pumarejo es una realidad. Hoy nos da un parte de tranquilidad a todos los habitantes de esta calle y sobre todo que nuestras casas se valorizan”.
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