“La libertad de expresión está amenazada por el control político, la autocensura y los subsidios a medios”: Agustín Laje

Foto: Diana Buendía

Hay discursos que retumban con estruendo y otros que, como el agua, fluyen entre las fisuras del tiempo y la costumbre. El escritor y bestseller argentino Agustín Laje pertenece a esa segunda estirpe: no grita, pero cala, no busca polémica, sino el pensamiento como ejercicio de resistencia.

En su participación en el evento VISIÓN 2025 de la Universidad de la Costa (CUC), Agustín Laje no llegó a dictar cátedra, sino a plantear ideas. Su ponencia, centrada en la libertad de expresión, no fue una defensa romántica de la palabra, sino un diagnóstico sereno e inquietante sobre las formas sutiles que ha adoptado la censura en el siglo XXI. Con voz pausada, delineó cuatro amenazas que, según él, acechan a este derecho fundamental: el control político de las redes sociales, la persecución del llamado “discurso de odio”, la autocensura provocada por la cultura de la cancelación y los subsidios o pautas estatales que condicionan a los medios de comunicación.

Indicó, “Pude haber mencionado más, pero elegí esas cuatro porque el tiempo siempre es estricto y tirano”.

Cómo ve a Colombia.

El conferencista argentino fue específico cuando abordó la pregunta sobre la posición de Colombia. Respondió con claridad "Colombia es uno de los países más politizados de la región", el debate aquí es intenso, vibrante, a veces visceral. Porque el exceso de ruido puede ahogar las voces. Y porque el entusiasmo democrático, si no se cuida, puede ser sustituido por la sospecha o el temor.

Indicó, Colombia atraviesa un momento de inquietud: elecciones cercanas, una posible asamblea constituyente en discusión, y un ambiente cargado donde cada declaración adquiere matices de batalla. “La comunicación social va a ser ultra política en los tiempos que vienen”, advirtió. Y en ese contexto, la libertad de expresión no puede darse por sentada.

Según Laje, los tiempos por venir estarán marcados por una comunicación social más intensa, más ideologizada, donde el pensamiento crítico y la defensa del discurso serán herramientas esenciales para no extraviar el rumbo democrático.

Cómo nos miran desde Argentina.

Desde su posición como argentino, Laje reconoce que su país no sigue con detenimiento la escena política colombiana. Sin embargo, hay una percepción generalizada en ciertos sectores: que con la llegada de Gustavo Petro al poder, Colombia ingresó a la órbita del llamado “socialismo del siglo XXI”, y que el enfrentamiento ideológico entre Petro y el presidente argentino Javier Milei no es casualidad, sino parte de un choque mayor entre modelos de país.

“No soy parte del gobierno argentino”, aclaró, “pero sé que hay un deseo de que Colombia elija en el futuro a alguien que no esté vinculado al proyecto de Petro”. 

En su discurso, Agustín Laje encendió en muchos jóvenes un pensamiento crítico. Su visión sobre la libertad de expresión, aunque crítica, no es alarmista. Más bien, parece invitar a una actitud vigilante. Piensa que los jóvenes deben de estar atentos no solo a los discursos autoritarios evidentes, sino a las formas más amables y sofisticadas de control: los algoritmos que deciden lo que vemos, las etiquetas que desacreditan de antemano una opinión, los fondos estatales que prometen independencia, pero siembran dependencia.

Invitó a la audiencia a defender la palabra libre, que no es tarea fácil. Implica aceptar que existen opiniones que nos incomoden, argumentos que nos resulten ajenos, incluso dolorosos. Pero ese es el precio y el privilegio de vivir en democracia, concluyó.