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Prensa Alcaldía |
Cada sábado, desde muy temprano, estas lideresas preparan almuerzos nutritivos y sabrosos para más de 6.700 niños y niñas. No cobran un peso por su trabajo. Su mayor recompensa es la sonrisa de un niño satisfecho.
Un oficio con amor y sin paga
En el Barrio Abajo, Tubisay Ospino lidera con orgullo uno de estos comedores, donde junto con otras cuatro madres, cocina para 200 niños de su sector. “Mi paga es verlos felices. Esa carita de alegría cuando reciben su comida vale todo el esfuerzo”, afirma.
Ella llega temprano a la sede donde funciona el comedor, en el estadio de béisbol Edgar Rentería. Junto a su equipo, organiza ingredientes, reparte tareas y pone manos a la masa. Cada jornada es una fiesta de compromiso, sazón y cariño.
Más que almuerzos: tardes de alegría
Los almuerzos no solo llenan estómagos, también alimentan el alma. En cada jornada, los niños disfrutan de juegos, sorpresas y actividades que hacen del comedor un espacio seguro y feliz. “Nos esforzamos por variar el menú, para que siempre encuentren algo que les guste”, dice Tubisay.
Además, gracias al programa Sabor Bajero, estas madres comunitarias tienen la oportunidad de generar ingresos a través de su talento culinario, fortaleciendo así la economía de sus hogares mientras continúan sirviendo a la comunidad.
Una iniciativa con impacto social
El programa Vamos Pal Barrio, incluido en el Plan Alcalde de Alejandro Char, ha permitido acercar la oferta institucional a las localidades. Hoy, los comedores comunitarios son ejemplo de organización social, articulación con las Juntas de Acción Comunal y del inmenso poder de las mujeres barranquilleras cuando se unen por el bienestar colectivo.
Madres que trascienden su rol
Tubisay representa a muchas mujeres que se han empoderado a través del trabajo comunitario, multiplicándose entre el cuidado de sus familias y el servicio a su barrio. Son madres comunitarias, pero también líderes sociales, cocineras, gestoras y ejemplos de transformación.
En cada plato que sirven, hay una dosis de dignidad, resistencia y amor. Porque estas madres no se quedan en casa: salen a cocinar esperanza.
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