Lo Santo de la Fiesta: conversatorio sobre la espiritualidad en el Carnaval de Barranquilla - Revista D'Notas

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jueves, 17 de abril de 2025

Lo Santo de la Fiesta: conversatorio sobre la espiritualidad en el Carnaval de Barranquilla

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Foto: Carnaval de Barranquilla
 

En el corazón del Museo del Carnaval se vivió un espacio de reflexión y conexión cultural con el conversatorio “Lo Santo de la Fiesta”, una charla que exploró el vínculo profundo entre las celebraciones religiosas y el Carnaval de Barranquilla. Un encuentro que permitió entender cómo lo sagrado y lo festivo coexisten en las tradiciones del Caribe colombiano.

El evento contó con la participación del antropólogo Lázaro Cotes y el gestor cultural Carlos Sojo, dos voces autorizadas para hablar de la riqueza simbólica y espiritual que atraviesa una de las fiestas más emblemáticas del país. La conversación fue moderada por Anthony Rada, coordinador de Comunicaciones de Carnaval de Barranquilla, quien guió el diálogo hacia temas de gran profundidad cultural e identitaria.

 Religiosidad popular y tradición carnestoléndica

Durante el conversatorio, los panelistas abordaron cómo la religiosidad popular ha influido en la configuración del Carnaval, desde sus raíces coloniales hasta sus expresiones contemporáneas. Se reflexionó sobre el papel de las creencias, los rituales y los símbolos religiosos que, lejos de oponerse a lo festivo, lo enriquecen y lo resignifican.

También se discutió cómo las tradiciones orales y los saberes populares permiten que lo religioso y lo profano convivan, dando lugar a una expresión única de identidad cultural barranquillera.

Una identidad en transformación

Otro de los focos del conversatorio fue la evolución de las creencias a lo largo del tiempo y su influencia en la forma como la ciudadanía vive y entiende el Carnaval. La charla ofreció una mirada profunda a la manera en que la fiesta carnestoléndica se ha convertido en una plataforma para expresar espiritualidad, memoria colectiva y orgullo cultural.

Este tipo de espacios —educativos, simbólicos y profundamente identitarios— refuerzan el valor del Carnaval no solo como celebración, sino como patrimonio cultural vivo, en constante diálogo con sus raíces y con su gente.

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