El programa, lanzado oficialmente desde la Granja Lismar en el municipio de Santa Lucía, tiene impacto directo en ocho municipios del sur del departamento, donde más de 3.000 familias de pescadores dependen de la pesca artesanal como principal fuente de alimento e ingreso. Para estos pobladores, el repoblamiento con bocachico representa una oportunidad de sostenibilidad y mejora económica.
Según Humberto Oñoro, subsecretario de Gestión Agropecuaria del Atlántico, este plan no solo busca recuperación ambiental, sino también empoderar a las comunidades pesqueras. “Los cuerpos de agua son un eje vital de desarrollo económico y ambiental”, afirmó. A través del plan también se promueve el uso de artes de pesca sostenibles y se realizarán operativos para combatir la pesca ilegal, en especial el uso de trasmallos.
La estrategia incluye jornadas de limpieza, educación ambiental y capacitaciones para mejorar las prácticas pesqueras. Todo esto con un enfoque de gobernanza colaborativa, articulando autoridades, organizaciones comunitarias y entidades ambientales. El componente social ha sido clave, dado que fueron los propios pescadores quienes solicitaron el repoblamiento específico con bocachico, tras un año en que otras especies ingresaron naturalmente, pero no en cantidades suficientes.
El Plan + Pescao se consolida así como un ejemplo de política pública sostenible, basada en la participación ciudadana y el respeto por los ciclos naturales del ecosistema. Arcadio Pérez, presidente de la Federación de Pescadores, expresó su satisfacción con la iniciativa: “Este proyecto trae beneficios reales para nuestros pescadores, desde el aumento en la producción hasta la seguridad alimentaria”. El Atlántico, con esta apuesta, avanza con acciones concretas hacia un modelo de desarrollo ambientalmente responsable e incluyente.
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