Con una inversión de $500 millones, la obra reconstruyó muros afectados por las lluvias de mayo de 2024, incorporó estructuras de contención en piedra ciclópea, gaviones y rellenos, asegurando la estabilidad de este templo construido a finales del siglo XIX y declarado bien de interés cultural. La rápida gestión evitó riesgos y hoy el lugar luce acogedor para propios y visitantes.
El gobernador Eduardo Verano destacó que esta recuperación fortalece la identidad y el turismo religioso en Atlántico, mientras que habitantes como Andrés Gómez celebran que ahora el atrio sea seguro y atractivo para las celebraciones. Comerciantes y artesanos también resaltan el aumento del flujo turístico, impulsado por las mejoras en el centro histórico del municipio.
Para la comunidad, el atrio restaurado es más que una obra de infraestructura: es un punto de encuentro que resguarda la historia de Usiacurí y que ahora recibe con orgullo las festividades religiosas y culturales que atraen a cientos de visitantes.
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