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Expertos señalan que el aumento de la TGP no es producto de la creación de empleos formales y bien remunerados, sino de la necesidad de millones de personas que buscan algún ingreso, incluso en condiciones precarias. Si el ritmo de recuperación laboral se mantiene como hasta ahora —apenas 2,2 puntos en cuatro años—, Colombia solo regresaría a los niveles históricos de participación laboral (68%) en 2031, una década después de la crisis sanitaria mundial.
Los sectores que más generan empleo son también los que más concentran la informalidad y los bajos salarios. El comercio lidera con 4 millones de ocupados (17,6%), seguido por actividades agropecuarias (14,2%) y la administración pública no formal, salud y educación (12%). Estos sectores, lejos de garantizar estabilidad y derechos laborales, son reflejo de la tercerización, la temporalidad y la falta de protección social.
Mientras tanto, sectores tradicionalmente formales como la industria pierden peso en el mercado laboral. Actualmente, este sector apenas emplea al 10,7% de los trabajadores, confirmando la reprimarización de la economía nacional y el debilitamiento de su capacidad para crear empleo de calidad.
La otra cara de la moneda es la exclusión: 14,5 millones de personas están por fuera de la fuerza laboral, en su mayoría mujeres dedicadas a labores domésticas no remuneradas. A ellas se suman jóvenes que no estudian ni trabajan, personas con problemas de salud, jubilados y ciudadanos que han renunciado a buscar empleo por la falta de oportunidades reales.
El panorama se agrava con un dato revelador: una de cada cinco personas en edad productiva está en situación laboral crítica. Más de 7 millones de colombianos enfrentan desempleo, subempleo o desánimo laboral, sin garantías para mejorar su situación. Un mercado laboral que crece en cantidad, pero no en dignidad.
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