De acuerdo al Dr. Julián Humberto Ramírez Urrea, Médico Internista, Jefe del Departamento de Medicina Interna de la Facultad de Medicina de la universidad de Antioquia, considera que la automedicación no debería ser realizada, ni siquiera por los médicos cuando se enferman. Siempre que una persona se enferme debe consultar a su médico, para que sea él quien le ordené el tratamiento más apropiado. Se sabe que cada vez más los medicamentos son una causa de muerte importante, siendo la séptima causa de mortalidad en el mundo y esto en los casos en que los medicamentos están supuestamente bien prescritos.
Recurrir al botiquín de medicamentos cuando aparece el dolor, inclusive ante resfriados, alergias o malestares en general, suele ser común. Buscar dentro de los sobrantes de tratamientos anteriores se ha convertido en una situación cotidiana, que pretende encontrar la “fórmula mágica” que pueda dar fin a dichas molestias.
Inclusive en ocasiones, el camino más sencillo es acudir al mundo de los buscadores en las páginas web, donde cientos de sitios terminan recomendando, cuál es el mejor medicamento para cierto tipo de sintomatologías, con dosis y días; que aunque puedan generar un falso sentimiento de seguridad, terminan motivando esta riesgosa práctica.
La preocupación en los organismos de salud aún es mayor, pues por cuenta de la COVID 19, surgieron una serie de presuntos tratamientos, que involucraban la ingesta excesiva de medicamentos, sin ningún tipo de justificación científica médica.
Un informe reciente de la Secretaría Distrital de Salud encontró que, durante el segundo trimestre de 2020 en Bogotá se presentaron 173 intoxicaciones por fármacos, siendo el mayor porcentaje de estos eventos por el uso de acetaminofén (16.8%), benzodiacepinas (8.7%) y tramadol (4.0%).
Los verdaderos riesgos
La automedicación no es otra cosa que el uso de medicamentos de manera voluntaria o por recomendación, sin la prescripción, intervención o supervisión de un especialista, para el manejo de patologías básicas.
Aunque en ocasiones puede considerarse inofensivo para el manejo de síntomas menores cómo dolor de cabeza, muscular y fiebre, es importante considerar que no se debe hacer en exceso, debe tener un tiempo limitado, pero sobre todo que ante cualquier sintomatología, lo mejor es buscar asesoría médica.
Para entender sus perjuicios, NUEVA EPS a través de la alianza que tiene con la Universidad de Antioquia, consultó con el Dr. Julián Humberto Ramírez Urrea, Médico Internista, Jefe del Departamento de Medicina Interna de la Facultad de Medicina, sobre el verdadero peligro de esta situación.
En lo primero que enfatizó el especialista fue en precisar que si bien “los medicamentos son herramientas muy poderosas para tratar las enfermedades, también pueden ser muy perjudiciales para la salud”.
Y es que hay factores determinantes que precisamente son considerados por los profesionales en la formulación “cuando hacemos una prescripción de medicamentos, los médicos consideramos género, talla y peso, condiciones de salud previas, pero más importante aún, el diagnóstico preciso de la enfermedad que requiere un tratamiento indicado” precisó el Dr. Martínez Urrea.
Así las cosas, el galeno reiteró los verdaderos riesgos de la automedicación y dio un ejemplo de los fármacos que habitualmente son los más usados, a través de las siguientes preguntas:
¿Cuáles son los verdaderos riesgos de la automedicación?
Dr. J.H.R.U: Los riesgos de la automedicación son fundamentalmente; agravar la enfermedad que se padece, ocultar las manifestaciones de la enfermedad que se tiene, empeorar las complicaciones de dicha patología, y generar daño colateral en otros órganos como: sistema gastrointestinal, sistema excretor, renal y sistema cardiovascular.
¿Cuáles son los medicamentos que representan más riesgo en la automedicación?
Dr. J.H.R.U: Los medicamentos que tienen mayor riesgo con la automedicación son los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs: incluyen medicamentos como el ácido acetil-salicílico, ibuprofeno, indometacina, diclofenaco, piroxicam), los antigripales, los antibióticos, los analgésicos y los corticosteroides como la prednisolona, betametasona y dexametasona, entre otros.
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