El rector de Uninorte, Adolfo Meisel Roca, abrió el espacio resaltando que Colombia no puede entenderse como una unidad homogénea, sino como una suma de regiones históricamente consolidadas. “En el siglo XIX, ciudades como Cartagena, Popayán y Bogotá tenían tamaños similares. Hoy, el centralismo ha derivado en que Bogotá y Cundinamarca generen cerca del 30 % del PIB nacional, mientras la Costa Caribe, con el 21 % de la población, apenas representa el 15 %”, enfatizó.
Criticó que enfoques como los de Acemoğlu y Robinson ignoren la geografía como variable clave en el desarrollo. “La geografía en Colombia ha sido destino. La infraestructura deficiente y el aislamiento regional siguen marcando nuestras brechas económicas y sociales”, apuntó.
Por su parte, el historiador Armando Martínez Garnica, presidente de la Academia Colombiana de Historia, hizo una distinción etimológica entre “país” y “región”, y recordó cómo, en el siglo XVIII, los habitantes se referían a sus territorios como “mi país”, conservando una identidad local. A su juicio, la noción de región surge como una construcción política del poder que reorganiza el territorio desde arriba.
Desde una perspectiva crítica, el profesor Roberto Luis Jaramillo, magíster en Historia y docente jubilado de la Universidad Nacional, denunció el sesgo en estudios regionales centrados exclusivamente en lugares como Antioquia. “Durante años hicimos historia mirándonos el ombligo. Nos creímos raza superior sin mirar al país”, señaló con ironía.
Jaramillo propuso una historiografía que integre tiempo, espacio y cambio para explicar mejor por qué unas regiones prosperaron y otras se aislaron. “Los conquistadores sabían más de regiones que muchos académicos modernos. Observaban el paisaje, la cultura, las diferencias”, afirmó.
Una historia conectada con el territorio
Los tres panelistas coincidieron en que hacer historia regional no es localismo nostálgico, sino una herramienta fundamental para entender los retos actuales del país: desigualdad, desconexión, centralismo y representación. A través de sus intervenciones, quedó claro que repensar la historia desde los territorios permite construir una Colombia más justa, incluyente y con memoria crítica.
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